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El síndrome metabólico o síndrome de insulinorresistencia (consistente en una agrupación de diversos trastornos: obesidad
abdominal, triglicéridos elevados, colesterol HDL bajo, hipertensión arterial y niveles de glucosa en ayunas elevados)
representa un conjunto de factores de riesgo que aumentan drásticamente la probabilidad de padecer una enfermedad
cardiovascular o diabetes mellitus en el futuro, y es una de las dianas de tratamiento mediante nutrición más atractivas,
debido a la alta eficacia de estos protocolos. Sin embargo, todos sabemos que existen numerosas formas de «ponerse a
dieta» y/o «modificar los estilos de vida», y no es ningún secreto que los consejos tradicionales para paliar el síndrome
metabólico no funcionan —o, mejor dicho, no son sostenibles a largo plazo—, dejando al paciente con cansancio, hambre,
en un eterno ciclo de pérdida y ganancia de peso. Repetir consejos dietéticos («menos comida, más ejercicio») que
claramente no cumplen su propósito carece de sentido. No se adaptan a la realidad biológica del cuerpo humano, no
satisfacen sus necesidades. ¿Eliminar todas las grasas? ¿Restringir calorías durante el resto de tu vida? Lógicamente, eso no es
posible: no tiene sentido desde el punto de vista evolutivo y, por eso, el cuerpo combate las mejores intenciones de
quienes deciden perder peso o limitar la ingesta calórica con hambre, irritación y malestar.
Si estás cansado de este vicioso ciclo, ven a probar algo diferente. Haremos todo cuanto esté en nuestra mano para que
recuperes tu salud poco a poco sin sensación de hambre, y nos comprometemos a interrumpir el protocolo nutricional si
crees que no estás obteniendo los resultados de salud esperados.
En otros países económicamente pudientes y con una elevada calidad de vida, como Japón, las tasas de obesidad se
mantienen por debajo de 3.5%, mientras que en España se sitúan alrededor del 25% (estimaciones generales y generosas;
conforme aumenta la edad de la población estudiada, las cifras se disparan, y el sobrepeso es superior al 40%). ¿Por qué? Por
el respeto al «alimento» como unidad de construcción corporal:
nutriente, primero; moderación, después; y manjar, en último pero
esencial lugar. ¿En nuestro país? Entramos en el supermercado: nos
saluda el pan y la bollería —se aprovecha de los circuitos de
recompensa de tu cerebro, arrebatándote el control, pero, para tu
cuerpo, es glucosa concentrada—, productos lácteos —con azúcar
añadido, por supuesto—, refrescos azucarados, platos
precocinados… Casi todos los productos son solamente «energía»,
pero tu cuerpo te pide «nutrición».
No pierdas tu salud simplemente porque piensas que no hay
otra alternativa: la hay. Tus antepasados estaban libres de
enfermedad cardiovascular, obesidad, hipertensión y diabetes. ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado? El entorno en el que vivimos. La
forma en la que nos alimentamos. En NeoVitalitas te asesoraremos para que puedas tomar nuevamente las riendas de
tu alimentación. Contacta con nosotros y descubre que sí existe una opción: la de sentirse a gusto con tu cuerpo y elegir una
nueva forma de nutrición.
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